2005/09/09

EL TIEMPO


El concepto de tiempo ha sido uno de los más debatidos en la historia. Para Aristóteles, el tiempo es "el número del movimiento según el antes o después" .Tal definición, para muchos, representa la expresión más perfecta de una de las concepciones más influyentes acerca del tiempo, la "que identifica al tiempo con el orden mensurable del movimiento" , es decir, con el orden de sucesión, o lo que en la actualidad llamaríamos el "tiempo lineal", un tiempo que avanza progresivamente determinando la acción humana a ritmo del reloj y al cual se debe atender con atingencia, aprovechándolo productivamente, no dejándolo pasar, y al que le es necesario siempre un criterio administrativo para su uso exitoso. Distintos pensadores dieron seguimiento a esta idea aristotélica básica sobre el tiempo, y fue una de las fuentes de las que abrevaron teorías como la de Newton y Einstein.

Por otra parte, enfrentada a la idea de Aristóteles y sus seguidores, fue desarrollándose una concepción totalmente diferente, la que, con distintos matices, ha sido expresada como intuición del movimiento o "devenir intuido". Hegel sostenía que "el tiempo es el principio mismo del Yo=Yo, de la pura conciencia del sí"; luego otros como Bergson y Husserl, desarrollaron una serie de elaboraciones para fundamentar su postura. Por ejemplo Bergson al enfrentarse al concepto científico del tiempo, critica a éste como una "línea inmóvil", por lo que, para él, el tiempo debe ser concebido como movilidad, como lo que se hace, como aquello por lo cual se hace todo, y que tiene carácter de proceso continuo de creación. Husserl por su cuenta nombra al tiempo como fenomenológico y le caracteriza con el hecho de que toda vivencia real es una vivencia que dura, y toda duración se inserta en un continuo sin término de duraciones, un continuo "lleno"; dicho de otra manera, toda vivencia puede empezar y terminar pero la corriente de las vivencias no empieza ni finaliza; así, la corriente de la experiencia conserva todo y es una especie de eterno presente. Un antecesor de ambos autores, San Agustín, había apuntado tal concepción en el teorema: "No existen propiamente hablando tres tiempos, el presente, el pasado y el futuro sino sólo tres presentes: el presente del pasado, el presente del presente y el presente del futuro."

No obstante, la concepción aristotélica ha sido predominante en las culturas de la civilización occidental, al grado de convertirse en una de sus ideas guía, perdurando, aún hoy, como la expresión cuantitativa de los cambios de cuya intensidad y durabilidad dan cuenta las implacables manecillas del reloj. Pero, por otro lado, si bien esa concepción hegemónica ha orientado infinidad de reflexiones y elaboraciones de filósofos, científicos y demás; fue Aristóteles mismo quien introdujo en su época la discusión acerca del dilema de la objetividad y subjetividad del tiempo, llegando a concluir que "si por un lado el tiempo como medida no puede existir sin el alma porque sólo el alma puede medir, por otro lado, el movimiento al que se refiere la medida no depende del alma". Así, Aristóteles, abrió la posibilidad de un tratamiento relativista de las interpretaciones del tiempo.

De la misma manera, otra de las más influyentes posturas entre los filósofos de la modernidad, elaborada desde las conceptualizaciones de Kant, versa acerca de esta doble significación, es decir, para Kant el tiempo "es objetivo y real con respecto a las cosas naturales, para las cuales el tiempo tiene 'realidad empírica' indudable... El objetivismo de la concepción kantiana es demostrado... por la reducción del tiempo al orden causal..."; pero, a la misma vez, por otra parte, existe en Kant una mirada "subjetivista" del tiempo en tanto lo considera, junto con el espacio, como uno de los principios necesarios y universales de "la intuición pura", dado por la sensibilidad, condición formal a priori de todos los fenómenos y, por tanto, de cualquier percepción sensible, es decir, "puede llamarse 'subjetivo' sólo con respecto a las cosas en sí que se encuentran más allá de la consideración del hombre". Dice el propio Kant en la Crítica de la Razón Pura que el tiempo; "es ley necesaria de nuestra sensibilidad y, por lo tanto, condición formal de todas las percepciones que el tiempo precedente determine por necesidad al siguiente.".

En esta situación de confrontaciones nada estériles entre distintas concepciones acerca del tiempo, en las que a la postre cada una de ellas ha acentuado la mirada objetiva o subjetiva al respecto, podemos estar abiertos a considerar elementos de ambas interpretaciones, en la idea de construir el significado propio que nos ayude a explicar y comprender algunos aspectos de la complejidad de la vida escolar en la actualidad. Estamos de acuerdo, pues, con la idea de que efectivamente el tiempo vive paradójicamente entre la objetividad y la subjetividad:

a) Su objetividad puede ser entendida como la sucesión de acontecimientos posibles de ser conocidos y mensurables, (como los ciclos de acercamiento o alejamiento de la Tierra al Sol, los ciclos que dan por resultado las estaciones, los tiempos de lluvias o secas para las cosechas, el día y la noche, las mareas altas y bajas, la menstruación en las mujeres, los ciclos de nacimiento-desarrollo-muerte de muchas de las especies vegetales y animales, etc.) Podría argumentarse que tales ciclos conocidos por el hombre, refieren e interpretan determinados rasgos del medio ambiente que se van presentando en la interacción del hombre con él, y que son, por consiguiente, construcciones sociales e históricas que indican una convención pactada, intersubjetiva. El calendario chino, el maya, el azteca, con todos sus complejos símbolos y significados, son ejemplos de las construcciones particulares que se han hecho en cada sociedad, aunque también muestran ciertas semejanzas con el calendario occidental de uso actual. Lo anterior es cierto, el tiempo es una construcción intersubjetiva, pero surge en una relación dialéctica con el medio natural y social en el que se desenvuelve. Además, es evidente que toda construcción intersubjetiva del tiempo, como parte importante de la cultura de las distintas sociedades, al reconocerse, compartirse y adoptarse como dada o impuesta objetivamente, estructura el pensamiento y la acción de los hombres. La escuela actual es precisamente, desde esta dimensión, una agencia de imposición de la cultura de la sociedad, de tal forma que cuando el niño o el joven acceden a ella, existe ya un mundo simbólico previo que les permite orientarse y adaptarse a esa estructuración simbólica. Ese universo cultural con su carga de significados y lleno de encargos sociales para cumplir su misión, ha ido perfeccionado una distribución del tiempo como dispositivo de control, que somete a profesores, estudiantes y padres de familia a moverse con un cierto ritmo y a realizar la tarea que se le ha encomendado a cada uno con la calidad e intensidad programada.

b) Por otra parte y a la misma vez, podemos reconocer una dimensión subjetiva del tiempo, entendida como la vivencia propia de cada persona, la manera particular como procesa cada uno, en sí, las cosas del mundo, es decir, para esta dimensión "el tiempo es subjetivo, vivido, tiene una duración interna que varía de persona a persona. El sentido interno...puede estar en contradicción con el tiempo de reloj y, en comparación con él, puede 'volar' o 'alargarse'." Así, esta dimensión subjetiva, puede atentar contra las formas impuestas de relacionarse socialmente, las cuales someten a la gente a cumplir las tareas encomendadas a partir de dispositivos de control como el tiempo programado y administrado, sobre todo en las organizaciones e instituciones que han sido codificadas precisamente para normalizar y controlar a los sujetos, como la escuela. Por ello, se pueden encontrar en las escuelas distintas voces de profesores que sostienen que el tiempo "es suyo" y que "pueden hacer con él lo que quieran", o bien a aquellos que sostienen que "el tiempo lo construyen entre todos", pero que "otra cosa es lo que determinen las autoridades", o bien, a aquellos que reconocen la necesidad de respetar "sin chistar" los tiempos que institucionalmente han sido establecidos para ellos. También podemos encontrar a alumnos que prefieren que la clase ya no sea de una hora, sino de dos a cuatro de duración, "dependiendo si el maestro incorpora dinámicas a la clase para hacerla agradable", etc. O sea, más que una visión de "aprovechar el tiempo" como prescriben las distintas perspectivas técnico-burocráticas con sus cargas obsesivas por la velocidad; desde la dimensión subjetiva, fenomenológica, se pretende "estar en el tiempo y no contra el tiempo", lo que la hace coincidir con distintas miradas estéticas de la profesión docente, en el sentido de disfrutar la creación del acto educativo paso a paso, como una creación propia que permite la autorrealización en el proceso de darse a los otros.